No podemos seguir permitiendo la muerte de la esperanza. Tenemos que asegurar el futuro de nuestros ciudadanos promoviendo la prosperidad humana, la seguridad energetica y la sostenibilidad ambiental.
Siguen existiendo profundas y persistentes desigualdades, especialmente en la educación, los niveles de ingreso, la salud y el estado de nutrición, la exposición a la violencia y el crimen y el acceso a los servicios básicos. Los jóvenes son los más afectados en la actual crisis mundial y por ello el gobierno debe responder con medidas que eviten el desplome social.
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